Comienza el otoño y aún no se vislumbra el fin de la pandemia.
Parece mentira pero ya llegamos a la mitad del mes de septiembre, si parece que fue ayer cuando apenas nos preparábamos para el nuevo año.
Este año ha sido quizás el más raro de la historia del mundo, todos por primera vez compartimos globalmente las consecuencias de un virus que acabó con las expectativas y grandes deseos para el 2020, muchos sueños se vieron truncados gracias a un virus que llegó inesperadamente y que se ha quedado con nosotros mucho más tiempo de lo esperado.
La pandemia ocasionada por el coronavirus nos cambió los planes que teníamos e hizo que muchos nos tuviéramos que reinventar para hacerle frente a una nueva realidad.
Ahora unos 7 meses más tarde, y sin un panorama cien por ciento claro debemos seguir adelante, haciendo lo mejor de lo que tenemos y seguir reinventándonos a cada paso.
Aún no sabemos a ciencia cierta cuando saldremos definitivamente de esta situación que ha llenado de miedo a millones de personas, ha creado confusion en otros y ha causado un caos tremendo a través del planeta.
Pero no todo se ha perdido en el transcurso de estos meses, ya que el ser humano se ha visto forzado a ver hacia adentro de si mismo, sin las distracciones de siempre, sin las excusas de toda la vida, por primera vez muchos tuvieron que enfrentarse a ellos mismos, verse en el espejo y tratar de re-conocerse y a darse cuenta de muchas cosas que no no habían visto pero que quizás tampoco querían ver.
El estar encerrados con nuestras familias ha sido una prueba para muchos. Algunos la superaron otros no. Por primera vez comieron todos juntos a la mesa después de mucho tiempo. La familia se convirtió en la prioridad, el hogar en el único lugar donde estar. Para algunos fue la oportunidad de conocer también a su propia familia, a sus hijos, a sus parejas, a ellos mismos. De valorar lo que son y tienen, de entender el verdadero valor de la familia, los amigos y el rol en esta tierra.
Algunos estrecharon sus vínculos y fortalecieron el amor mientras que otros pudieron darse cuenta de que esa no era la vida que deseaban tener.
Para muchas personas su salud de pronto se volvió su prioridad por el miedo a las consecuencias que podrían tener al contagiarse con el coronavirus.
Hoy lamentamos las consecuencias negativas de esta pandemia, las personas que perdieron la vida, los que se enfermaron, perdieron sus empleos y se vieron obligados a cerrar sus negocios.
Han pasado muchas cosas y ahora que vamos viendo un poco más de normalidad no podemos evitar el preguntarnos que pasará, que nos traerán los próximos meses, como seguiremos adelante… y para algunos la pregunta es cómo sobreviviremos.
Estoy convencida de que algo va a cambiar a nivel global, que la vida adquirirá una dimensión distinta para muchas personas en el mundo entero. Que podremos valorar mucho más nuestra libertad, nuestra salud, nuestros seres queridos. Darnos cuenta del daño que le hemos venido infligiendo al único planeta que tenemos para vivir, al menos por ahora y a los animales que lo habitan. Y que ese estrés y apuro con el que hemos vivido no nos ha llevado a ninguna parte pero nos ha puesto muy cerca de una muerte prematura.
Solo esperemos que las lecciones de vida que esta situación nos ha dado no se pierdan, que no se queden en el olvido y que cuando todo pase no volvamos a esa “normalidad” que hoy en día muchos cuestionan y que nos ha llevado a donde estamos en muchos sentidos.
Ojalá que cuando todo esto pase, y pongamos lo aprendido en práctica, podamos sentirnos orgullosos de no haber seguido fallado como humanidad al haber cambiado esa actitud que nos venía destruyendo a nosotros mismos, los demás, los animales y al planeta.
Ese es mi deseo… ¿Cuál es el tuyo para cuando pase esta pandemia?